lunes, 30 de julio de 2012

15 de Febrero de 2006


La luna robada


Se han llevado la luna no sé a dónde, sé que me la robaron, todos sus pensamientos, simplemente no están.

            Una noche se cobijó en mis brazos y ahora, no está.

            No sé quién se la llevó, sé que un día la noche llegó sin ella y las estrellas se ocultaron con tristes nubes, nunca volvieron a ser las mismas.

            Mi querida luna, ah, ese punto común en nuestra lejanía. Se han robado mi nocturna entidad.

Entre besos desolados, sollozos internos y mis lágrimas que ya no mueren, y no desaparecen. La recuerdo al mirar el cielo opaco que ya no tiene su vaivén; ausente, no está para mirarle. La angustia me cierra los ojos. nada soy sin la luz tenue y sepia que ya no alumbra mi ventana.

            Mi luna, esa luna con la que nací, , mirándola siempre, amándola, velando por su dualidad, deseando conocer ese lado oscuro en el cual se perdían mis pensamientos volados, mi luna, crecí a su lado,  con ella pensé morir.

            Todos los tragos que bebí en ella, y los besos, y los versos. Tanto recuerdo, tanto ir y venir, jamás me dejó.

            La descuidé una tarde, las hojas hacían otoño dentro de mí, cuando los ojos se me cerraron con la luz de un falso sol que de repente aún suspira...  ni arco, ni lira, ni canto, ni poesía, un lienzo que se borra al pasar los días, una visión remota y fría...

No hay como el amor por mi luna.

            Sé cuán falso es este deseo, sé que este no es mi cielo, sé que este sol es falso, es pasajero.

            ¡No está!

            Luna roja, menguante o creciente,  nueva o llena, sé quién te arrancó de mi lado, sé quién cautiva te tiene, prisionera, pobre luna secuestrada, amordazada cruelmente.

            Mirando el espejo, mirando al culpable...

            Con tus ojitos vendados, sé quién te tiene vanamente y sé también en qué rincón del closet te escondieron, entre andrajos y zapatos viejos, y ese olor a guardado, cosas inútiles y otros fantasmas capturados.

Lo sé, esa alma maldita la desnuda por las noches, la cambia fríamente de cajón, la amarra para que no se vaya, y aunque por el día la baña tiernamente, no la deja, la mantiene ausente, marginada de las noches, de los días, de mis amores.

¡Oh, mi pequeña, mi luna, perdóname por no mirarte, por no despertar a tu rescate!

Un día, le miraré, de frente, le soltaré las manos para otra vez intentar volar a su lado.




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