Vuelvo a casa, miro a mi
alrededor, la casa está casi vacía, una cama nos hace pareja, grito como
siempre, dentro que nadie me escucha, será que me he equivocado. Será que me
precipité, será que aun amo tu sonrisa o tus ojos. O será que sólo estoy mal. Nada
pasa en nuestra casa, dejé la soledad para seguirla a otro lado, me siento así,
sólo que me susurra que me ama, a veces me toca en las noches y a veces come
conmigo. Me siento así, sola, a esta soledad no le gusta mi poesía, a esta
soledad no le digo palabras dulces en la cama, a esta soledad, no la toco con
versos. Hay días en que aviento la puerta y salgo a toda prisa en el carro, sin
mirar atrás y que la casa se caiga sobre ella, que al cabo no es mi casa, y
las cosas son sólo móviles que se pueden comprar otra vez. Me olvidé muy pronto
de lo que es vivir acompañada, quizá no lo he pensado con tiempo, tal vez, con
cualquier soledad hubiera pasado igual. Cualquier compañía es poca, cualquier
compañero me aburre, cualquier cuerpo es el mismo.
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