Ya no hay esa suave tristeza, es la espera y resignación de
algo que está agonizando. Cada día tiene una enfermedad diferente, cada día
entristece más.
Me tiemblan las manos al escribir, los ojos, no pueden
secarse como mi garganta. Ya no sigo la cuenta de los días.
Es ahora que los días me alcanzan y el alma que pasa con el
alma.
La libreta se ha convertido en un simple expediente, los
males, los dolores quedan registrados, el corazón lleva una cadencia solitaria.
Esta locomotora, quiere detenerse. Esa suave tristeza que cada día entristece más.
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